Sueño profundo

Antes de ayer fue lunes, y como todos los lunes de este año, fui a ver a mi querido psicólogo.

Me abre la puerta, y con una sonrisa (que siempre me parece auténtica por igual) me dice: "Adelante". Y yo me adelanto del umbral de la puerta y entro al consultorio.

Me desplomo en el sillón de dos cuerpos y tras su comentario-pregunta "Señorita Silvina... cómo anda tanto tiempo" yo siempre contesto "Bien... Con sueño"

Sólo que este lunes se me ocurrió preguntarle
- ¿Siempre fui así?
- No -Como si estuviera mirando un calendario. -Hace un año más o menos.

Silencio. "Qué estaba haciendo hace un año", pienso en ese momento. "Ah, sí. Trabajando allá, filmando esto, después viaje acá, parcial allá, esto, lo otro..." Claro. Hace un año que no duermo tanto como mi cuerpecito lo requiere. (Lo que, debo admitir, es mucho. Sí, mínimo nueve horas por día)

De esa inocente charla devinieron muchos planteos que no pienso detallar. Pero, en fin, da que pensar.

Sobre todo si se está leyendo un libro que se llama "Sueño profundo"

" Me di cuenta de que la cabeza se me iba hundiendo poco a poco en el respaldo del sofá. Me desperté con un sobresalto e intenté hojear una revista, pero me di cuenta de que leía una vez tras otra el mismo párrafo. "Como en clase, por las tardes, cuando daba cabezadas ente el libro de texto", pensé, y volví a cerrar los ojos. El cielo nublado de fuera fluía hacia el interior de la habitación e invadía mi encéfalo. Ni siquiera el zumbido de la lavadora lograba despertarme. Ya nada me importaba; dejé que la blusa y la falda se deslizaran hacia el suelo y me metí en la cama. El cubrecama era fresco y agradable, la almohada se hundía suavemente con la promesa de un dulce sueño."

Banana Yoshimoto

¡A dormir se ha dicho!