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Mostrando las entradas de octubre, 2010

El soportable peso del ser

Hoy no es otra cosa que el día despues. ¿Después de qué? El hito. Lo que tanto imaginamos. Lo que tanto temimos. Lo que tanta energía pusimos. El clímax. Meses, meses pensando, sitiendo, analizando. "¿Qué pasaría si...?" Bueno pues, parece que después de tanta vuelta, no era para tanto. Qué pasaría si vuelvo a ver a P., tocarlo, abrazarlo, besarlo... Aparentemente nada. Y creo que eso es lo más terrible jajaja. Tanto nervio y especulación para nada. Es un día más. Él es el mismo, yo soy la misma. Y está todo bien. Punto. Pero punto. Punto de que nada más. Ni siquiera me de intriga qué viene después del punto. Seguramente con los días empiece a tejer y destejer nuevas teorías, nuevas historias, proyecciones, y deseos. Pero mientras la vida misma hacia adelante. Y ya.

Defensa de la alegría

Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósitcos defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los patos cardiacos de las endemias y las academias defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la alegría Mario Benedet

IMAGINA

De tormentas de arena y golpes bajos.

Investigando casi de casualidad, descubrí que la próxima película de Iñárritu (21 gramos, Babel) está basada en un texto de "Kafka en la Orilla", del magnífico e idolatrado por mí y tantos otros, Haruki Murakami. "A veces el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna