Las Acacias

Las Acacias, película en la que trabajé, y que me encantó desde que leí el guión. No vi cómo quedó, pero según dicen los que la vieron, y según lo que vi en el rodaje.... Muy bien! Un orgullo y una emoción.

Copio fragmento de un artículo de Roger Alan Koza, crítico de cine que está ahora en Cannes.


"El único largometraje vernáculo en esta edición es la ópera prima Las acacias, de Pablo Giorgelli, exhibida en la sección Semana de la Crítica, filme que además compite transversalmente por la Cámara de Oro, el premio destinado a las primeras películas. Puede ser una sorpresa ante tantas películas pretensiosas y lobbistas. La gran seducción de Las acacias reside en su honestidad.

El plano inicial es imponente. En un contrapicado virtuoso se ve un bosque majestuoso. De allí sale la madera que el protagonista, Rubén, un camionero que recorre el país, tendrá que llevar desde Paraguay hasta Buenos Aires. Correspondiendo al favor de un amigo, en este viaje, a contramano de sus costumbres, llevará a una mujer llamada Jacinta y a su hija de ocho meses, Anahí. En un principio será una travesía silenciosa, pues la soledad y la parquedad constituyen el carácter de Rubén, que tiene un hijo mayor en Mendoza al que no ve y una hermana a la que le dejará un regalo en una de las paradas de su itinerario, pero ante la pregunta de si tiene familia responde que no.

Lo que en un principio parece una road-movie de Lisandro Alonso matizada por un humanismo cándido que remite al cine de Sorín, termina siendo una película amable y cuidadosa sobre un posible romance entre un hombre adulto y una madre soltera oriunda de Paraguay.

Giorgelli debe haber trabajado mucho en el registro y en los tiempos del montaje. Se trata de un filme de gestos mínimos en donde una bebé de meses, a través de sus expresiones y berrinches, va conquistando a un hombre curtido y ontológicamente cansado.

Formalmente impecable, Giorgelli, con planos fijos desprovistos de música y piruetas estéticas capaces de enternecer y manipular a la platea y de engatusar a jurados y críticos, cimenta en su austeridad y precisión narrativa una mutación sentimental discreta pero extraordinaria de sus personajes: un hombre, una mujer y una criatura bastan para hacer una buena película.

Roger Alan Koza / Copyleft 2011"

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